Hombre de Lauricocha

martes, 8 de abril de 2014

El hombre de Lauricocha existió aproximadamente entre los años 9000 – 7000 a. C. y es uno de los restos humanos más antiguos del Perú. La zona de Lauricocha está ubicada en las cabeceras del río Marañón – Amazonas, en la provincia de “Dos de Mayo”, departamento de Huánuco, su extensión altitudinal comprende alturas desde los 3900 m.s.n.m en el sector más bajo del valle y 4500 m.s.n.m en las cumbres. Se cree que el poblamiento de esta zona fue propicia pues era favorable para el asentamiento humano, cuando los glaciares s
e deshelaron. Las cuevas de Lauricocha, que se ubican sobre un antiguo valle glaciar, en las regiones altas de Huánuco, al parecer albergaron a un importante grupo de cazadores - recolectores del Período Arcaico que por miles de años utilizaron las cuevas como refugio natural. Entre 1958 y 1960 el arqueólogo peruano Augusto Cárdich, descubrió en estas cuevas once esqueletos humanos, 4 de adultos y 7 de niños; los restos óseos se hallaron incompletos, al parecer mutilados intencionalmente. También se encontró raspadores y lascas líticas, huesos fosilizados de camélidos y cérvidos, raíces y tubérculos, proyectiles y utensilios de hueso y piedra, dibujos rupestres de animales, representaciones de danzas ceremoniales y cacería, etc. con comprobación científica. Entre las inhumaciones más famosas está el denominado “Entierro Nº 6” con un individuo que presentaba deformación craneana artificial del tipo tabular erecta. También destacan los cuerpos de tres niños (Entierros Nº 9, Nº 10 y Nº 11) cuidadosamente enterrados en medio de un misterioso ritual funerario. Recibieron ofrendas como collares y chaquiras de hueso y turquesa, valvas de concha, objetos de sílex y puntas líticas, todo ello rodeado de piedras calientes y cubiertas por ocre rojizo. Se cree que la diferencia en los patrones de enterramiento entre niños y adultos fue intencionada y corresponde a un rito especial para el cual se utilizaron ofrendas de distinto tipo. En el caso de la sepultura infantil Nº 11 se aprecia claramente que por encima de la misma se ubicó un fogón, tal vez vinculado a la idea de que de esa forma el cuerpo enterrado pudiera recuperar el calor perdido, y algo muy particular, la presencia de oligisto (óxido de hierro) en polvo cubriendo la osamenta del niño. Es notable también el uso del ocre, de color rojizo en la sepultura Nº 9 y amarillo en la Nº 10. Las tumbas de los adultos de la fase Lauricocha I, han sido de carácter sencillo. En cuanto al arte rupestre, en la cueva de Chaclaragra, en Lauricocha, se puede observar interesantes pinturas rupestres que representan una fila de camélidos acosados por ambos extremos por cazadores que llevan lanzas, dos de las vicuñas han sido heridas y llevan las lanzas incrustadas en su cuerpo. Estas pinturas atestiguan el método de cacería de este antiguo pueblo. Los proyectiles líticos encontrados en Lauricocha se asemejan mucho a los ubicados en el Complejo de Ayampitín de la sierra argentina, lo que sugiere que formaron parte de una gran tradición lítica de cazadores avanzados de la cordillera andina. La secuencia cultural, realizada a partir de las herramientas y proyectiles encontrados, posibilitó la periodificación de tres fases. La primera fase, denominada Lauricocha I (10.000 – 8.000 a.C.) se caracterizó por el predominio de puntas foliáceas (forma hoja de árbol) y cuchillos bifaciales. La segunda fase, Lauricocha II (8.000 – 5.000 a.C.) por la presencia de puntas “hojas de sauce” y otras de forma triangular y base recta. Y la tercera fase, denominada Lauricocha III (5.000 – 4.000 a.C.) se caracterizó por la utilización de pequeñas puntas y herramientas de hueso, aunque hay menos evidencia de artefactos líticos, pues se encontró poca cantidad de ellos. En Lauricocha existía una organización del trabajo y empezaban a aparecer las primeras jerarquías, la defensa colectiva de su círculo de supervivencia y se evidencía ya la práctica funeraria.

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